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Oliver Mehdi, “pintor cósmico”, comprometido con el planeta

Oliver Mehdi nació en Bruselas en 1970, hijo y nieto de emigrantes andaluces. A los seis años viene a España, viviendo primero en Granada, luego en Gerona, y finalmente estableciéndose en nuestro distrito. Pinta desde muy joven, montó su primera exposición a los 13 años, y ha tenido una vida bastante movida y compleja.

Pintor muy prolífico, se define como “artivista”, enfocando su obra desde hace 14 años a denunciar “la gran mentira social y la manipulación de las masas por parte del poder”. Su obra tiene un estilo propio inconfundible, que él define como “pintura cósmica”, y que combina una innegable destreza técnica con un universo propio fascinante y una expresividad realmente explosiva.

El Ateneo Libertario de Villaverde le proporciona el espacio donde realiza sus creaciones, habiéndose convertido ya este local en una auténtica exposición que puede visitarse en cualquier momento. Allí le visitamos una soleada mañana de septiembre y le hicimos la entrevista que sigue.

AMo Ruiz Administrador fincaas

¿Cómo empezaste a pintar?

Llegue a la península con seis años, en 1976. Procedía de Bruselas, pues mi familia es emigrante. Vine a Granada, de donde ellos eran, y estuve allí unos años. Luego había un tío mío en Gerona, que a los doce o trece años se enteró de que yo estaba interno en Granada, y me llevó para arriba… Empecé a pintar de niño, como todos los críos, pero yo seguí, pues me gustaba: para mí era una afición especial, y se me daba bien.

¿Cuándo llegas a Villaverde?

Estando en Granada, vine aquí un par de veces, porque mi abuelo vivía en el barrio, en el piso donde ahora vivo yo con mi madre. Luego estuve unos meses también en un colegio y conocí a chavales de aquí, pero después me volví a ir… Siempre he estado yendo y viniendo, he llevado una vida errante… También fui muy tempranero con el tema de las drogas y el alcohol: empecé a los trece años, y tomaba LSD para ir al colegio a diario… Eran los ochenta, ya sabes… No controlé nada y tuve problemas de todo tipo: se me nubló la cabeza…

Finalmente me vine en 1989 o así desde Gerona, porque allí la familia me había hablado de una escuela de arte en Madrid. En Barcelona también las hay, pero de ésas no me hablaron: yo creo que querían apartarme de los ambientes que frecuentaba… El caso es que aprobé los exámenes de acceso en La Palma, en Malasaña, pero vamos, no duré ni un curso. Cometí muchos errores. Tenía unos diecinueve o veinte años ya.

En aquella época ya pintas y expones de forma regular…

Sí, pero bueno, a los 13, cuando monté mi primera exposición, ya estaba con el alcohol y las drogas… La montaron unos amigos en Gerona, y yo desaparecí, no me dejé ver durante toda la exposición… Y así eran todas… Mi vida era salir por la noche, la bohemia, el desastre, las barras de los bares y todo eso… Cambiaba los cuadros por una botella de vino como Van Gogh, también he pintado en antros como Toulouse-Lautrec… Hasta que en un momento dado di un cambio a mi vida: desde la sombra pasé a la luz.

¿Cuándo se produce ese cambio?

He estado toda mi vida con psicólogos, psiquiatras, con la familia por aquí y por allá, pero lo que realmente me cambia es la naturaleza y la montaña. Me ha gustado desde niño, y resulta en un momento en el que estuve dos o tres meses por ahí, cogí conexión con la naturaleza y a partir de entonces ya encaucé mi vida de otra manera. Recibí como una energía de la montaña: para mí fue como que la Madre Tierra, la Pachamama, me sanaba; y claro, decidí que a partir de entonces tenía que volcar toda mi pintura y todos mis saberes en devolverle el favor. Esto fue hace 14 años.

¿Cómo cambia tu obra?

Yo antes pintaba de todo, y a partir de entonces empecé a pintar contra el cambio climático, contra el alcohol y las drogas… Unas pocas familias, que son las dueñas de todo el planeta, controlan el 100% de la heroína, la cocaína, el alcohol… Y les estamos haciendo ricos con ello y con todo lo demás: con el arte, con la política, con el deporte, con todo… Esto es una partida de Monopoly para ellos: “a estos países ahora les vamos a meter en guerra, a éstos ahora les toca pasar hambre, a estos otros les toca ahora ser ricos…”. La guerra es otra máquina de hacer dinero: destrozar un país y luego levantarlo.

¿Qué técnicas utilizas?

Bueno, me di cuenta de que estas energías que encontré en la montaña pueden encontrarse en más sitios, también en la ciudad. Es como preguntarte dónde quieres estar y buscar energía positiva en determinados lugares, con determinadas personas… Esto favorece la inspiración, los momentos creativos, que me vienen como una explosión. Cuando ocurre me pongo a pintar, y son como señales que recibo: si estás en una frecuencia buena y empiezas a pintar, va saliendo todo.

Esto también influye en los materiales que utilizo. Practico el reciclaje: voy por ahí, encuentro cosas y me digo “esto me vale”… Según lo que encuentre que me sirva, eso también me marca la técnica, que adapto al formato del material que voy a utilizar. Uso todo tipo de materiales y practico todo tipo de técnicas.

Como ves, todo es bastante espontáneo, y no hago bocetos. Cuando empiezo a pintar no sé qué va a salir, por eso le llamo “pintura de explosión”. La obra se va construyendo sobre la marcha. Luego a lo mejor estoy días sin pintar, haciendo otras cosas, por ejemplo trabajando o visitando alguna exposición para aprender de lo que otros han hecho. Trabajo de todo lo que me sale, pues no vivo de esto, y claro, hay que comer. El año pasado, por ejemplo, estuve en Cataluña de albañil.

También ayudas a otros pintores y trabajas con más gente, ¿verdad?

Bueno, nos ayudamos mutuamente… Hay un grupo de chicos y chicas que han venido este invierno a talleres. Niños y también adultos, como nueve o diez personas. Son gente que no tiene para pagarse una academia, y vienen aquí de forma gratuita. Nos juntamos, pintamos y entre nosotros nos explicamos cosas unos a otros. La idea es que a mí aquí me están cediendo un espacio, y mejor que estar yo todos los días solo, si en algún momento viene gente y estamos juntos una hora y media o así, pintamos, hablamos, etc., pues es algo que está muy bien y nos enriquece a todos.

Aparte, estamos intentando hacer un colectivo de pintores, con otro compañero que tiene una academia y dos chicas pintoras que hay aquí en el grupo feminista. He visto algo parecido en La Ingobernable: allí son cinco o seis, y la idea es hacer aquí algo similar: realizar proyectos juntos en el barrio, como un pequeño grupo de arte, formado por gente ya del gremio.

Puedes contemplar su obra en el Ateneo Libertario de Villaverde (paseo de Alberto Palacios, 2) o en https://olivermehdi.weebly.com

ROBERTO BLANCO TOMÁS

 

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