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Colonia Marconi, un barrio con mucho que ofrecer

Paseamos por sus calles con dos miembros de la asociación vecinal para conocer mejor su estado actual y necesidades.

Como sabéis, nos gusta acercarnos por los barrios del Distrito para comprobar en qué condiciones se encuentran y conocer de primera mano sus necesidades. Así, en mayo me he pasado por la Colonia Marconi, donde me han recibido muy amablemente Jota y Juan, miembros de su asociación vecinal, y juntos nos hemos dado un agradable paseo por el barrio y alrededores.

La Colonia Marconi es un lugar bonito, con mucho jardín y tierras de cultivo en sus alrededores. “Un barrio con mucho que ofrecer”, como lo define Juan; “que solo necesita que le presten la atención que merece”. Mis anfitriones me comentan que la asociación vecinal acaba de renovar su junta directiva, y que los objetivos de la nueva son continuar todos los proyectos de la anterior, fomentar las actividades en el barrio para que sus habitantes se relacionen más entre sí, dar una mayor visibilidad a Marconi ante las Administraciones y, muy importante, desterrar la imagen que se ha ofrecido desde los medios de comunicación generalistas que asocia la colonia a la prostitución localizada en el polígono. “Lo que queremos es que se vea que aquí hay algo más, que es un sitio donde se vive bien y que hay un polígono en el que se pueden instalar muchas empresas”, resume Jota.

AMo Ruiz Administrador fincaas

Necesidades

Repasamos juntos las necesidades del barrio, y empezamos por el transporte. La Colonia Marconi está separada del resto del Distrito: para ir a Villaverde Alto hay que cruzar el polígono, y para ir a San Cristóbal hay que caminar diez minutos por la avenida de Andalucía, que ahí ya es carretera, con una acera muy estrecha y los coches pasando a todo gas. Y como en la Colonia, en palabras de Jota, “tenemos un colegio, una escuela infantil, una farmacia y un bar, y no tenemos nada más”, los vecinos dependen bastante del coche. Y el caso es que, como apunta nuestro interlocutor, “hay un terreno que es de uso comercial y está ahí abandonado: se podía fomentar o ayudar para que ese terreno fuese a más”. Clientela no faltaría, pero de momento “para comprar hay que ir a Getafe o Leganés, a las grandes superficies”, nos dice Jota.

Pero lo cierto es que no está mal comunicado por el transporte público. En el barrio no hay metro, pero, como dice Juan, “estamos con el Cercanías a 15 minutos de Atocha”. El problema es que la frecuencia de los trenes es de 20 minutos, la misma que la de los autobuses de la línea 79 de la EMT. Claro, para ir al trabajo o a estudiar no es lo más práctico del mundo. Por no hablar de salir por la noche, ya que el servicio acaba pronto.

En cuanto a educación y sanidad, la calificación también es de “insuficiente”. En el primer apartado, como decíamos, una escuela infantil y un colegio concertado, en el que nos comentan que resulta difícil conseguir plaza para los niños del barrio. En el segundo apartado, nada: los centros de salud más cercanos están fuera de la colonia. Teniendo en cuenta que aquí viven 3.000 personas, alguna dotación más de estos servicios no sería mala idea, ¿no les parece?

En ocio y cultura las necesidades también son enormes. Juan reclama un bibliobús: “a los niños, para hacer cualquier trabajo del colegio o simplemente para que tengan una tarde de lectura, nos los tenemos que llevar a la biblioteca de San Cristóbal o a la María Moliner. En el centro cultural del barrio hay un espacio de biblioteca, pero es muy reducido y no tiene lo que puede tener una biblioteca bien montada o un bibliobús, que a la hora de encargar un libro te lo puede traer de un día para otro”. “Y luego —continúa—, en el interior del barrio, que se cuiden las cosas, los jardines, los parques… El barrio tiene muchas necesidades, y todo va a ser bienvenido”.

Jota asiente: “Claro, que se dinamice el barrio en todos los sentidos, en el cultural también… En el barrio ya hay muchos niños y adolescentes que no tienen nada que hacer. El centro cultural abre de lunes a viernes hasta las nueve, y el fin de semana no hay nada. Antes estaba la Tarde Joven, pero ya no. Y luego tenemos ahí unas pistas deportivas, pero nadie que las dinamice…”. “Tenemos un equipo de fútbol, la U.D. Marconi, que nació en casa… Lo lleva Jesús Garralón, y estamos en los campeonatos municipales, en los torneos de primavera… Como ves, hay inquietudes, pero faltan medios”, expone Juan.

Proyectos

Pero la asociación vecinal se lo está currando: “hemos visto una oportunidad en los Presupuestos Participativos —nos cuenta Jota—, y hemos presentado seis proyectos. De ellos, nuestro proyecto estrella sería fomentar el uso de Laguna Dalga. Es un camino más o menos de un kilómetro que está completamente abandonado, y creemos que ahí se puede crear un carril bici, poner columpios para los chavales, aparatos de gimnasia para jóvenes y adolescentes y otros para personas mayores, y sobre todo una zona en la que podamos estar y pasear los vecinos. Sería un parque lineal, algo así como un pequeño oasis para el barrio”.

Contando todos los proyectos que tienen, a estos vecinos les brillan los ojos y sonríen. Continúa Jota: “Hemos pedido también un parque para perros, que en el barrio hay un montón, y dejan mucha huella [risas]. Hay que convivir con ellos, y queremos que tengan su espacio y que puedan jugar y disfrutar. Relacionada con esto hemos hecho una actividad con los vecinos que se ha llamado ‘cazacacas’: el sábado estuvieron construyendo unos recogedores, y el domingo salieron en patrullas y dejaron el barrio como los chorros del oro”.

Sigue Juan: “Otra de las iniciativas que se han llevado a la práctica, y que queremos hacer una vez al mes, ha sido la bicicletada. Ha habido una buena aceptación, y aunque no ha bajado todo el mundo que queríamos, seguro que con el tiempo se irán apuntando más. Desde aquí animamos siempre a la gente a que participe y colabore en las actividades; y si tienen iniciativas, que nos las cuenten. Estamos los martes y los viernes en el centro cultural, de siete a ocho y media, para lo que quieran los vecinos. Entre todos tenemos que hacer piña y tejer un barrio… Y para eso lo primero es que salgamos y nos conozcamos”.

Y es que, como dice este vecino y apuntábamos al principio, la Colonia Marconi es “un barrio con un montón de posibilidades. Es muy tranquilo: no hay ni un ruido por la noche, y los fines de semana no hay actividad hasta las diez de la mañana. Aquí descansas estupendamente. Y de cara a los negocios, que tengan en cuenta que este barrio prácticamente está pagado, porque la mayoría llegamos hace 18-20 años, lo que nos convierte en una clientela interesante”. Terminada la visita, me llevo la impresión de que aquí hay todo un barrio por descubrir, y apuesto por ello… ¿A qué esperan las Administraciones para hacer lo propio?

ROBERTO BLANCO TOMÁS

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