Esta carta es especial, es de agradecimiento, de agradecimiento eterno. Va dirigida a los habitantes de Villaverde, y a los miles de profesionales médicos que, día a día y de forma muchas veces silenciosa, trabajan por nuestro bienestar; y también a sus superiores, a los jefes de estos profesionales, desde la ministra de Sanidad hasta el supervisor del ambulatorio de Villaverde, para que sepan y valoren aún más a los maravillosos subordinados que tienen a su cargo.
El 29 de diciembre, en torno a las 12 p.m., en la calle Juan José Martínez Seco, mi madre, Sra. Valentina M. L., sufría un infarto. A escasos metros se encontraba un medico, en concreto el Dr. Pedro Barbero, el cual no dudó ni un segundo en quitarse la mochila y la chaqueta y comenzar a auxiliar a mi madre. Avisó a sus compañeros del ambulatorio para que trajesen un desfibrilador, que en apenas segundos llegaron y ayudaron todo lo que pudieron, mientras el Dr. Barbero usaba lo mejor posible su conocimiento, adquirido durante años de estudio, y su esfuerzo para intentar salvar a mi madre. Lamentablemente no pudo ser, y mi madre falleció en el hospital a las 15:00.
Independientemente del trágico desenlace, quiero agradecer públicamente y para que todo Villaverde sea consciente, que tenemos unos funcionarios públicos que lo dan todo por nosotros, cuando están en su puesto de trabajo y cuando no están de servicio, pero siguen siendo servidores públicos, y lo demuestran con su vocación, como el ejemplo que nos ocupa.
Magnífico Dr. Barbero, gracias a usted, a sus compañeros que le ayudaron, a la Policía Municipal que se personó en la zona rápidamente. Gracias a todos.
Lamentablemente, me gustaría encontrar las palabras de agradecimiento, pero no creo que las haya en nuestro diccionario para expresarles nuestro sentimiento. Deseándoles a todos y cada uno de ustedes el mejor 2017, un fuerte abrazo.
Julián Manuel Villalobos Maroto